sábado, 18 de junio de 2011

Ficha BIC's Castillo de El Toro


Código:
12.07.115-004
Municipio: EL TORO
Comarca: EL ALTO PALANCIA
Provincia: CASTELLÓN
Denominación: Castillo
Otra denom.:
Localización: Cerro elevado que domina la población
Época:
Uso primitivo: Defensivo
Uso actual:
Estilo: Arquitectura Medieval
Tipología: Edificios militares - Castillos

DATOS JURÍDICOS



Estado: Declaración genérica
Categoría: Monumento
Anotación Mº: R-I-51-0011423
F. Anotación: 28/7/2005
Tipo delimitación: Declaración de Entorno
Fecha Resolución: 7/2/2006
Fecha Publicación: 22/3/2006

DESCRIPCIÓN:



Una de las primeras referencias sobre la villa data del año 589 después de Jesucristo, momento en que Próculo, Obispo de Segorbe, nombrado en el Concilio III de Toledo, decidió llevar la fe a toda la diócesis evangelizando a las nuevas gentes procedentes de las incursiones bárbaras. En Jérica se recibieron a los nuevos pobladores cristianos asentados en El Toro, Montán, Pina y Villanueva. Posteriormente El Toro sufrió la dominación musulmana. En el año 1232, los caballeros turolenses mandados por Pedro Fernández de Azagra, señor de Albarracín, y por Blasco de Alagón, saquearon varias poblaciones musulmanas, entre ellas El Toro y Barracas. En 1238 el Rey Jaime I ayudado de caballeros aragoneses, navarros y catalanes conquistó todos los pueblos comprendidos entre los ríos Palancia y Mijares. El 6 de febrero de 1273 fue elegido obispo de Segorbe D. Pedro Jiménez de Segura. Dicho obispo fue a visitar al Papa Gregorio X que abrió el Concilio General de Lyon el 7 de mayo de 1274. Le solicitó que adscribiera territorio propio a su obispado ya que se encontraba absorbido por los territorios de Valencia, Tortosa, Zaragoza y Cuenca. El Papa apoyó su reivindicación. Viéndose Don Pedro Jiménez de Segura tan apoyado y temiendo la lentitud con que había de seguirse el pleito, armó a 400 hombres en Teruel y Alpuente y vino a Segorbe, expulsando a los cuatro sacerdotes que la administraban nombrados por el obispo de Valencia. De paso se apoderó de Pina de Montalgrao, El Toro y Jérica, cuyos señores le eran favorables. El dos de junio de 1284 D. Jaime de Jérica, hijo natural del Rey Don Jaime y de Doña Teresa Gil de Vidaura, hizo testamento, disponiendo como suyos los términos de Jérica, El Toro, Pina y otros quince lugares de la comarca. Tras su muerte, su hijo Jaime II de Jérica gobernó sus estados durante 37 años. Siendo Obispo de Segorbe Fr. Sancho d´Ull viajó a Avignon para pleitear a favor de la restitución a Segorbe de varias iglesias que le había arrebatado el obispo de Valencia. El Papa oídas ambas partes sentenció que 10 iglesias de las comarcas entre ellas la de El Toro, pasaran a la jurisdicción del obispo de Segorbe. Este problema no debió resolverse del todo favorablemente a Segorbe, puesto que en 1455 otro Papa, Inocencio VI, vuelve a poner bajo su jurisdicción a otras iglesias entre ellas El Toro. Jaime II de Jérica, legó en testamento a su hijo Jaime III en 1321 los lugares pertenecientes a El Toro, confirmándose así su adscripción definitiva a la jurisdicción de Jérica. Los conflictos generados entre el rey Pedro IV de Aragón y Don Pedro de Jérica (biznieto de Jaime I el Conquistador), obligaron a éste último a otorgar una provisión en 1336. En ella se ordenó la fortificación levantando muros y atalayas que mejoraron la dotación del castillo de El Toro, alcanzando cierta importancia al repeler los ataques de las tropas de Pedro IV en octubre del mismo año y en la guerra del rey de Aragón y Pedro de Castilla años después, entre 1356 y 1365. En 1366 los vecinos de El Toro y Pina se presentaron en Jérica a prestar fidelidad a Juan Alfonso de Jérica. Se encuentra situado sobre el cerro que domina el altiplano a 1040 m de altitud, en posición esencialmente defensiva. La población se ubicó descendiendo hacia el llano por la ladera de sotavento, donde actualmente se asienta la villa. Se encuentra en posición fronteriza respecto al señorío cristiano al que perteneció El Toro. El castillo responde al tipo montano de planta irregular con iglesia dentro de su recinto. En el interior de la fortaleza cabe destacar su torre cuadrada que posiblemente fuera la Mayor o del Homenaje, y según Forcada Martí de origen romano, distinguiéndose en ella dos esquinas reforzadas de sillería, que alcanzan un par de cuerpos de altura. El recinto alberga la primitiva iglesia fortificada de Santa María que acogía a la población cristiana de la villa, existente ya desde mediados del siglo XIII conociéndose una bula que Alejandro IV dirigió a Jaime I en 1258 donde se menciona. Fue adscrita a la diócesis de Segorbe el 19 de mayo de 1347, por una sentencia papal en la que se conminó al obispo valentino a su restitución conjuntamente con las iglesias de Jérica, Andilla, Chelva, Pina, etc. al Obispo de Segorbe, permaneciendo durante los cien años pendiente de los pleitos por su posesión. El templo de una sola nave rectangular, con limitadas dimensiones, carece de capilla mayor, siendo un ejemplo del llamado por Elías Tormo "románico terciario". Por sus características se encuentra entre las iglesias de "reconquista", como San Pedro de Segorbe, la primitiva iglesia de Altura o Santa Águeda la Vieja de Jérica. En el siglo XIV y primer tercio del XV fue adquiriendo ornamentos y riquezas, sustituyendo la vieja techumbre de madera por bóvedas de crucería. Al coincidir con una de las épocas de mayor brillantez de la villa, la antigua iglesia se embelleció con un buen número de pinturas según se describió "como no las tenían ni la catedral de Segorbe ni la Cartuja de Vall de Cristo", siendo vicaría hasta por lo menos el año 1534. Más tarde se consagró como ermita de San Miguel, sufriendo destrozos y expoliaciones en las guerras carlistas del siglo XIX y en la civil de 1936. Hoy se mantiene su estructura de 4 muros con sus correspondientes contrafuertes de su original construcción, permaneciendo un portal lateral como entrada secundaria. En las inmediaciones de la iglesia existió un cementerio, y se pueden observar los restos de pequeños muros de otras edificaciones, además de una nevera. Existen restos pertenecientes a la fortaleza disipados por toda la localidad. Se conservan dos lápidas funerarias de piedra con inscripciones y una pila bautismal de piedra. Se encuentran en la iglesia parroquial actual, salvo una de las lápidas que se encuentra todavía en la iglesia del castillo. (C.Pérez-Olagüe, extraído principalmente del texto de Sánchez Lainez)








Fotos:

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