Este verano, aprovechando las fiestas del El Toro y que la familia se reune, una vez más conspiraron los nuestros para hacer su tomate en conserva para todo el año. Es muy simple y lo explicamos con alguna foto.
Se trata de hacer tomate en conserva como el que podemos comprar en latas en la tienda. Como no podemos manejar latas, aprovechamos tarros de cristal, de otras conservas, que se guardan todo el año para esto. Muchos tarros pasan de año en año y ni se sabe ya las veces que en ellos se habrá hecho la conserva. Habrá que manejar fuego y agua, por lo que es mejor un sitio despejado y donde se pueda derramar un poco de agua por el suelo etc. El sitio donde nos pusimos al trabajo como veréis es perfecto para esto, al aire libre y muy bonito.
Bueno, pues lo primero que hace falta son tomates. No se muy bien por qué pero los de pera son los mejores para esto de la conserva. Este año compraron creo 7 cajas enteras, una barbaridad.
Los tomates, tal cual se compran, hay que escaldarlos. Se trata de meterlos en agua bien caliente y dejarlos hasta que se comprueba que la piel sale con facilidad, esta es el caldero donde los escaldábamos. Son apenas unos minutos.
Una vez escaldados, se retiran del fuego (mucho cuidado siempre con las grandes cantidades de agua hirviendo, gente yendo y viniendo, codazos imprevistos, tropezones y otras cosas que pueden llevar a un accidente), se enfrían un poco, o no si los que los pelan son valientes, y ya se les quita la piel y alguna cosilla que puedan llevar y se ponen en un barreño o algún otro recipiente para la siguiente fase.
Una vez pelados, los repasan otra vez y les quitan el "pezón" y los trocean un poco, y se dejan en otro barreño ya preparados para meterlos en los tarros. Mi tía María, (María Orduña Marín) les pone a ojo un poco de sal y un limón escurrido, dice que le da mejor sabor a la conserva.
Cuando los tomates ya están pelados, un poco troceados, sin pezón y limpios de cosillas que no deben llegar a la conserva, un poco adobados con sal y limón, entonces ya se meten en los tarros, que estarán bien limpios. Hay que llenar los tarros, sin dejar aire dentro y hasta arriba, y cerrarlos muy bien para que queden herméticos.
Los tarros que están del derecho, están llenos y preparados para hervir. Los que dejan del revés, están ya hervidos. Se dejan así un buen rato a ver si alguno coge aire y no sirve para guardar. En ese caso hay que usarlo de inmediato. Nosotros con los pocos que fallaron ese día nos hicimos la Paella.
Los tarros llenos de tomate, se hierven para que se esterilicen. Una vez hervidos, si mantienen la estanqueidad, se pueden guardar casi indefinidamente. Nosotros los metíamos en un cubo con cuidado y al fuego, y una vez rompía el hervor, media hora de reló o así.
No hay más misterio. Los botes hervidos ya solo hay que guardarlos. Hay que manejarlos con cuidado porque calientes si se golpean pueden coger aire con facilidad, y desde luego, mucho cuidado con cubos llenos de agua hirviendo y cosas así. Lo que es importante es el reparto, porque lo que han trabajado, son muy celosos de que nadie se lleve lo que no le toca.
Este trabajo requiere sus pausas y su "ambientillo" para que salga bien. Un bue café con güisqui de marca ayuda.
También hace falta combustible y animales de carga para el transporte.
Y si vigila la cosa el patrón del pueblo se asegura una conserva bendita; San Roquico Glorioso.
Es así de fácil. Espero que alguien se anime a hacerse sus propias conservas.
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