VALENCIA (VP). La pequeña ruta se inicia en Barracas, aunque dada la proximidad del pueblo de El Toro conviene realizar una visita a esta peculiar localidad y conocer el entramado urbano en el que se conserva, en muy buen estado, la arquitectura tradicional. En pleno centro, en la Plaza Mayor, nos encontraremos con la fuente del Járiz, construida a finales del siglo XVIII con piedra negra de sillería.
En Barracas, encontramos perfectamente señalizado el inicio de una vía verde. Es pueblo marcado por la historia como lugar de paso entre Valencia y Zaragoza y fue foco de conflictos en el siglo XIII y XIV entre Teruel y Jérica, puesto que ambas localidades lo querían parte de sus dominios. Por ello, a lo largo de la historia ha sido un lugar de parada y hospedaje. Barracas está situada a una gran altitud, en torno a mil metros, y en una llanura, por lo que esta zona es conocida como el altiplano de Barracas. El trayecto ideal comienza por la vía verde. A nuestro alrededor, crecen extensos campos de cereales que confieren a la llanura diferentes cromatismos en función de la época del año y el ciclo biológico del grano. Forman también parte del paisaje en la actualidad los enormes molinos de viento que generan electricidad eólica.
Dejamos la inacabable recta que nos conduce por el altiplano de Barracas y nos encontramos con una zona montañosa cortada para el paso del tren. En el desmonte podremos observar, de forma muy didáctica, ciertos detalles geológicos de los materiales calizos de la zona: forma y dirección de los estratos, potencia, composición y color. El desmonte es un tramo de itinerario sugerente, agradable y original entre una bien conservada vegetación de encina, pino carrasco y matorral. En un suave descenso nos encontramos con la estación de Torás Bejís. La estación, obviamente ya abandonada, posee ese misterio de los espacios que fueron habitados y ya están en desuso.
Puede ser un buen lugar para realizar una parada. Existen, además de la estación, otras casas alrededor abandonadas. Seguimos nuestro camino tras el refrigerio y ahora la vía verde describe dos curvas muy pronunciadas e inicia un descenso prolongado mediante tres túneles encadenados que atraviesan las, en otros tiempos, afamadas cuestas del Ragudo. Estos túneles que atravesaremos son los primeros de un total de siete que cruzaremos durante nuestra ruta ya que existe otro pero está cegado.
La infraestructura original de la vía del ferrocarril desde Teruel a Sagunto constaba de catorce túneles y treinta y siete viaductos. Emociona, como pocas cosas a lo largo y ancho de la Comunitat Valenciana, poder descender el escalón natural del puerto del Ragudo, salvándolo con esta serie de túneles que, con apreciable pendiente, hacen rememorar sin pedaleo la velocidad del viejo tren de carbón. Entre túnel y túnel se abren bellas panorámicas sobre el entorno más inmediato y sobre el valle del Alto Palancia en dirección al mar.
Los túneles, perfectamente iluminados pero conservando un halo de misterio, sorprenden en verano por un frescor digno de la mejor cueva. En invierno nos permiten refugiarnos de las inclemencias del tiempo. Podemos encontrar en las cuestas del Ragudo curiosas formaciones de aguas temporales llamadas navajos o lavajos, piscinas de lluvia como el Navajo de Zalón, donde se generan pequeños ecosistemas con una rica biodiversidad poco estudiada hasta el momento. Por las cuestas del Ragudo veremos bosques, principalmente de pino carrasco, y también, conforme vayamos descendiendo, cultivos de olivos y almendros.
A derecha e izquierda veremos edificios de viejas masías humanizando el paisaje. Una de las más conocidas es la masía del Ragudo, que además de justificar su existencia con la explotación de las tierras circundantes estuvo ligada al eje de comunicación que históricamente ha unido Aragón con el Reino de Valencia hasta la construcción de la carretera N-234. Por ella debían pasar necesariamente las caballerías y carruajes que circulaban entre Aragón y Valencia. Hoy tan sólo son un grupo de edificios que conforman un entorno agradable de gran valor agro-ecológico entre campos de almendros rodeados de bien conservadas masas de pino carrasco. Cercana a la vía verde y vinculada a la masía se localiza la fuente del Ragudo. Su generoso caudal es utilizado para el abastecimiento y el riego de pequeñas huertas en las masías del Ragudo, del Sordo y de Parrela.
En Barracas, encontramos perfectamente señalizado el inicio de una vía verde. Es pueblo marcado por la historia como lugar de paso entre Valencia y Zaragoza y fue foco de conflictos en el siglo XIII y XIV entre Teruel y Jérica, puesto que ambas localidades lo querían parte de sus dominios. Por ello, a lo largo de la historia ha sido un lugar de parada y hospedaje. Barracas está situada a una gran altitud, en torno a mil metros, y en una llanura, por lo que esta zona es conocida como el altiplano de Barracas. El trayecto ideal comienza por la vía verde. A nuestro alrededor, crecen extensos campos de cereales que confieren a la llanura diferentes cromatismos en función de la época del año y el ciclo biológico del grano. Forman también parte del paisaje en la actualidad los enormes molinos de viento que generan electricidad eólica.
Dejamos la inacabable recta que nos conduce por el altiplano de Barracas y nos encontramos con una zona montañosa cortada para el paso del tren. En el desmonte podremos observar, de forma muy didáctica, ciertos detalles geológicos de los materiales calizos de la zona: forma y dirección de los estratos, potencia, composición y color. El desmonte es un tramo de itinerario sugerente, agradable y original entre una bien conservada vegetación de encina, pino carrasco y matorral. En un suave descenso nos encontramos con la estación de Torás Bejís. La estación, obviamente ya abandonada, posee ese misterio de los espacios que fueron habitados y ya están en desuso.
Puede ser un buen lugar para realizar una parada. Existen, además de la estación, otras casas alrededor abandonadas. Seguimos nuestro camino tras el refrigerio y ahora la vía verde describe dos curvas muy pronunciadas e inicia un descenso prolongado mediante tres túneles encadenados que atraviesan las, en otros tiempos, afamadas cuestas del Ragudo. Estos túneles que atravesaremos son los primeros de un total de siete que cruzaremos durante nuestra ruta ya que existe otro pero está cegado.
La infraestructura original de la vía del ferrocarril desde Teruel a Sagunto constaba de catorce túneles y treinta y siete viaductos. Emociona, como pocas cosas a lo largo y ancho de la Comunitat Valenciana, poder descender el escalón natural del puerto del Ragudo, salvándolo con esta serie de túneles que, con apreciable pendiente, hacen rememorar sin pedaleo la velocidad del viejo tren de carbón. Entre túnel y túnel se abren bellas panorámicas sobre el entorno más inmediato y sobre el valle del Alto Palancia en dirección al mar.
Los túneles, perfectamente iluminados pero conservando un halo de misterio, sorprenden en verano por un frescor digno de la mejor cueva. En invierno nos permiten refugiarnos de las inclemencias del tiempo. Podemos encontrar en las cuestas del Ragudo curiosas formaciones de aguas temporales llamadas navajos o lavajos, piscinas de lluvia como el Navajo de Zalón, donde se generan pequeños ecosistemas con una rica biodiversidad poco estudiada hasta el momento. Por las cuestas del Ragudo veremos bosques, principalmente de pino carrasco, y también, conforme vayamos descendiendo, cultivos de olivos y almendros.
A derecha e izquierda veremos edificios de viejas masías humanizando el paisaje. Una de las más conocidas es la masía del Ragudo, que además de justificar su existencia con la explotación de las tierras circundantes estuvo ligada al eje de comunicación que históricamente ha unido Aragón con el Reino de Valencia hasta la construcción de la carretera N-234. Por ella debían pasar necesariamente las caballerías y carruajes que circulaban entre Aragón y Valencia. Hoy tan sólo son un grupo de edificios que conforman un entorno agradable de gran valor agro-ecológico entre campos de almendros rodeados de bien conservadas masas de pino carrasco. Cercana a la vía verde y vinculada a la masía se localiza la fuente del Ragudo. Su generoso caudal es utilizado para el abastecimiento y el riego de pequeñas huertas en las masías del Ragudo, del Sordo y de Parrela.
La fuente se localiza en un entorno de gran belleza, entre grandes zarzales, campos de almendros, olivos y las primeras huertas con frutales en regadío. Según diferentes especialistas, la composición físico-química de estas aguas la convierten en las de mayor calidad del término municipal de Viver. El rincón es de los que invitan a la parada relajante y al baño en verano. Más adelante la vía verde salva y bordea el barranco del Hurón, encantador paraje en el que destaca la presencia de diferentes árboles frutales en regadío (perales, cerezos) junto a la vegetación de ribera del barranco compuesta por chopos, zarzales y juncos. El lugar es de gran valor botánico y belleza paisajística.
No es inusual la presencia de algún rebaño de ganado lanar como testimonio de que, aún de forma marginal y con rendimientos cercanos a la autosubsistencia, las gentes de la comarca mantienen esta tradicional forma de explotación ganadera. Conservan, de esta manera, el contacto con la naturaleza, los aires limpios, el agua de fuentes que sólo ellos conocen y disfrutan y el amor a las montañas que les vieron nacer. Llegamos ahora al viaducto más espectacular de los que nos encontraremos en la vía verde de Ojos Negros, el de la Fuensanta.
Paralelo al viaducto de la vía verde, encontramos también el de RENFE. Ambos salvan, de esta manera, el barranco de la Fuensanta. Una vez recorrido el viaducto podemos salir en un viaje de ida y vuelta por un caminito que desciende a mano izquierda con el fin de refrescarnos en el manantial de la Fuensanta. Este manantial sin fuente abastece, junto a otros, las huertas de Benafer, Caudiel, Viver y Jérica. Se trata de un precioso rincón en el que podremos observar con claridad la ingente obra de ingeniería que suponen las infraestructuras de los viaductos. Seguimos por la vía verde y, tras pasar por la estación de Caudiel, nos adentramos en otro túnel. Resulta especialmente bella la espectacular vegetación que ha cubierto las paredes de desmonte de acceso al túnel.
La salida del túnel coincide con la villa de Caudiel, que ofrece a sus vecinos y visitantes un agradable entorno urbano. El pueblo, situado en un pequeño cerro, queda dividido en dos por un pequeño barranco. Desde Caudiel, saliéndonos de la ruta, puede ser interesante una visita a la torre del Molino y su entorno natural. No están claros los orígenes de la torre y hay quien se la atribuye a Aníbal y quien considera que se construyó en la época medieval. Ha sido restaurada hace poco, y tiene forma cilíndrica y está construida con material de conglomerado de piedra y cal que une los bloques de piedra regulares. La torre está cubierta con una cúpula revestida de tejas. En los alrededores de la Torre encontramos instalaciones acondicionadas con parque, mesas, bancos y paelleros.
Pasado el pueblo de Caudiel continuamos por frondosas arboledas. A nuestra derecha quedan los restos de lo que fue un bosque de pinos que sucumbió ante el fuego y, al fondo, se levanta imponente la Serra d'Espadà. La vía describe un cerrado semicírculo para rodear el monte Royo, llamado así por su tierra rojiza. Continuamos por un gran terraplén, en el que se ha acondicionado otra área de descanso con buenas vistas sobre el llano de Novales. A partir de este momento se inicia un tramo con una difícil orografía que obligó a los constructores a realizar, sin solución de continuidad, el viaducto del Cascajar, el túnel bajo la carretera de Caudiel, una trinchera enorme, el túnel de Jérica, otra trinchera profunda, un túnel bajo la vía de RENFE y un terraplén alto. La primera trinchera es realmente impresionante y el túnel tiene tantas filtraciones que, con el tiempo, el agua ha dejado en los muros unas bandas de colores según era la tierra por donde se filtraba. Dejamos atrás el túnel, el más largo del recorrido, con 520 metros, y aparece ante nosotros el pueblo de Jérica.
Desde aquí podemos observar una de las más reconocidas estampas del territorio valenciano, con el castillo de Jérica coronando la localidad y con la única torre múdejar valenciana. Dentro del pueblo deberemos visitar todo este entorno que incluye el casco antiguo, declarado conjunto histórico-artstico. Cabe decir, también, que en Jérica existen diferentes vías para el deporte de escalada reconocidas internacionalmente. En este punto vemos a nuestros pies por primera vez el río Palancia, del que no nos alejaremos mucho hasta el final de la vía. Dejamos atrás el pueblo de Jérica y, pasada la depuradora, descendemos por otra larga trinchera hasta llegar al puente sobre el río Palancia cruzado por un largo viaducto de elegante factura, enfrentado al puente de la carretera. Seguimos y encontramos una área de descanso y la antigua estación de Jérica, que, como todas las estaciones de la antigua vía del ferrocarril, tiene una balsa que servía para abastecer de agua a las locomotoras de vapor.
Seguimos entre pinos y algarrobos y nos topamos con otro túnel muy corto pero excavado en roca viva. La iluminación del túnel nos permite apreciar la impresionante obra. A la salida encontramos diferentes miradores que nos permiten atisbar el pantano del Regajo. A continuación atravesamos el último túnel de la ruta y salimos a lo que fueron las instalaciones de la cantera de Navajas, de donde salió la piedra de toda la obra. En esta zona se ha instalado una área de recreo con magníficas vistas al pueblo de Navajas, que parece colgado sobre el río.
Dejamos la vía verde para visitar el recoleto pueblo de Navajas. El origen musulmán del pueblo se percibe en las angostas y quebradizas calles. Pero lo que ha dado más fama a Navajas como lugar tradicional y pionero del turismo de interior son sus manantiales, canalizados en fuentes de decoración y estilo decimonónico. Entre todas ellas destacamos la Fuente de los Baños, que tiene unas aguas estimadísimas por sus propiedades curativas que fueron elogiadas ya por Cavanilles en su Geografía del Reino de Valencia. Junto a Navajas, el río Palancia forma un pequeño cañón. En él se forman espectaculares cascadas de agua como la Cascada del Brazal o el salto de la Novia. Se trata de zonas perfectamente acondicionadas en las que la naturaleza ofrece un espectáculo que los habitantes del pueblo no dudan en calificar como El Edén.
La leyenda local también habla de la historia que dice que, cuando las parejas iban a casarse, las novias debían de saltar el río en este punto y, si lo lograban, el matrimonio sería feliz. Pero hubo una vez que una de ellas no lo logró, siendo atrapada junto con su novio, que se lanzó a rescatarla, por un remolino del río, falleciendo ambos. Y es que este rincón de la naturaleza es tan especial y posee tanto embrujo que no resulta difícil entender que haya sido objeto de creación de historias poéticas y literarias.
Dejamos la vía verde para visitar el recoleto pueblo de Navajas. El origen musulmán del pueblo se percibe en las angostas y quebradizas calles. Pero lo que ha dado más fama a Navajas como lugar tradicional y pionero del turismo de interior son sus manantiales, canalizados en fuentes de decoración y estilo decimonónico. Entre todas ellas destacamos la Fuente de los Baños, que tiene unas aguas estimadísimas por sus propiedades curativas que fueron elogiadas ya por Cavanilles en su Geografía del Reino de Valencia. Junto a Navajas, el río Palancia forma un pequeño cañón. En él se forman espectaculares cascadas de agua como la Cascada del Brazal o el salto de la Novia. Se trata de zonas perfectamente acondicionadas en las que la naturaleza ofrece un espectáculo que los habitantes del pueblo no dudan en calificar como El Edén.
La leyenda local también habla de la historia que dice que, cuando las parejas iban a casarse, las novias debían de saltar el río en este punto y, si lo lograban, el matrimonio sería feliz. Pero hubo una vez que una de ellas no lo logró, siendo atrapada junto con su novio, que se lanzó a rescatarla, por un remolino del río, falleciendo ambos. Y es que este rincón de la naturaleza es tan especial y posee tanto embrujo que no resulta difícil entender que haya sido objeto de creación de historias poéticas y literarias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario